
Esta noche me quiero acostar pronto, porque mañana es sábado...
Los sábados para mí son mágicos. Mamá nos deja un poco libres en nuestras obligaciones caseras, sólo tenemos que recoger la habitación y poco más.
Me iré a almorzar a casa de mi abuelita. A mi abuelita la empecé a querer hace poco. Cuando me dí cuenta que tenía una abuelita. Mamá no nos había hablado nunca de ella. Ni de mis tías. Mi tía Bárbara, mi tía Laura, mi tío… Todavía no me sé los nombres de todos, pero sí sé que tengo muchos tíos. Aparecieron de un día para otro en mi vida. Creo que mamá tenía algún problema con ellos, y apenas se hablaban.
Mañana, sábado, iré a almorzar a casa de abuelita. Y lo mejor… lo mejor llegará por la tarde. Un helado de fresa… Sólo espero la llegada del carrito de los helados. Sueño con ese momento. ¡Me encantan los helados de fresa!
Lo malo es que la abuelita nos obligará a echarnos la siesta después de comer. Ella sabe que no dormimos o, como siempre nos dice “lo hacemos con un ojo abierto”, pero no importa. Cualquier sacrificio con tal de que después nos compre el helado.
¡Qué bien, mañana es sábado… y los sábados me saben a fresa!
Los sábados para mí son mágicos. Mamá nos deja un poco libres en nuestras obligaciones caseras, sólo tenemos que recoger la habitación y poco más.
Me iré a almorzar a casa de mi abuelita. A mi abuelita la empecé a querer hace poco. Cuando me dí cuenta que tenía una abuelita. Mamá no nos había hablado nunca de ella. Ni de mis tías. Mi tía Bárbara, mi tía Laura, mi tío… Todavía no me sé los nombres de todos, pero sí sé que tengo muchos tíos. Aparecieron de un día para otro en mi vida. Creo que mamá tenía algún problema con ellos, y apenas se hablaban.
Mañana, sábado, iré a almorzar a casa de abuelita. Y lo mejor… lo mejor llegará por la tarde. Un helado de fresa… Sólo espero la llegada del carrito de los helados. Sueño con ese momento. ¡Me encantan los helados de fresa!
Lo malo es que la abuelita nos obligará a echarnos la siesta después de comer. Ella sabe que no dormimos o, como siempre nos dice “lo hacemos con un ojo abierto”, pero no importa. Cualquier sacrificio con tal de que después nos compre el helado.
¡Qué bien, mañana es sábado… y los sábados me saben a fresa!